viernes, 23 de noviembre de 2012

Volver.

"que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver"     J.S.


Volver.

Volver a escribir.


Otra vez me vuelves a levantar en medio de la madrugada con los ojos como platos y los dedos martilleando el teclado intentando llenar una pantalla en blanco de vómitos y miedos, como si el otoño humedeciera mis recuerdos y las musas que dormían en verano se despertaran alborozadas a empujarme al abismo de mis memorias borrosas como los cristales que empaña la lluvia de mi estación favorita. Pero ya no escribo para perdonarme, ya lo hice, ni siquiera escribo para curar mi alma atormentada que se esconde detrás de las risas ahora escribo para volver.

Para volver a los lugares donde fui feliz, volver a los olores, a las lágrimas, a las risas, a los colores, a los fríos, a las noches que no quise que se acabaran nunca y el amanecer me estropeó, a los besos que me cerraron los ojos, a los sueños cuando se escapaban y cuando creía que los tocaba, al autobús que me trajo hasta aquí, y a todos los que me devolvíeron a casa.

Volver a los miedos.


 Volver a sentir el miedo de la primera vez de todas las cosas, volver a escuchar los "te quieros" cuando eran los primeros, volver a mi pataleo por no querer entrar al parbulario para patalear mas fuerte y agarrarme con mas fuerza a la puerta que me alejaba de los brazos protectores de mi madre y me introducía en aquella jaula de niños desdentados con batas ridículas, que pintaban garabatos, gritaban con su  lengua de trapo y al fin se alejaban de mi y me dejaban en paz mirando por la ventana, buscando una rendija por donde poder escapar un segundo antes de que descubrieran que me había meado encima.


Volver mucho mas tarde, al sitio de mi recreo que cantaba Antonio Vega, al sitio que me ponía de cara con

 la montaña, a un paso de saltar la verja y perderme en aquel frondoso bosque que todas las mañanas me llamaba, para atraparme y salvarme de todo, pero nunca llegué con la osadía de los valientes que no tienen nada que perder, y el día que subí mi pierna a la valla, el dia que mas cerca estuve de saltar me salvó la campana, el timbre que devolvía al rebaño a sus clases, fui el ultimo niño en regresar al padre nuestro de los hermanos maristas, por unos segundos me sentí capaz de saltar y correr hasta perder de vista a todos, a mis compañeros que se reían cuando leía en voz alta, a los Hermanos que me ridiculizaban poniéndome en pie, al simca 1000 testigo de mis silencios durante la vuelta a casa,  a la colleja del Hermano Juan el día que más cerca estuve de escapar y saltar la maldita valla por llegar tarde al padre nuestro de después del recreo y que provocó la carcajada general de quinto de EGB, reían tan fuerte que nadie escuchó mi silencio.

Volver años después  a primero de FP,  cuando me reinventé y descubrí que la única forma de que me quisieran era siendo lo que ellos esperaban de mi y me inventé un yo maravilloso para muchos y repugnante para mi, era el mismo yo que miraba por la ventana con los pantalones secos de no mearme y el corazón empapado de no creerme.


Aquel día la ambulancia se llevaba a alguien que no era yo. Todos bajaron al patio para verla de cerca pero yo me quede en aquella ventana del segundo piso de la clase de DibujoTecnico, a escasos metros y una pared  de los cristales rotos que precipitaron su caída. Los chistes sobre aquella chica se congelaron la mañana que suspendieron las clases y volvieron los padre nuestros. Ya no eran los Maristas, pero tampoco yo era yo y comenzaba a darme cuenta que acababa de empezar a huir pero muy despacio, tan despacio que pasaron muchos años, tantos que casi me olvido de mi.


Volver.


Volver a escribir.



Para esto me despiertas.

Para este viaje, prefiero los ojos como platos esperando que la luz del amanecer en mi ventana me los cierre.


Volver...


Volver a dormir.



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Para Marta y Raul, que en tiempo de crisis venden historias con final feliz que hace años compré.












3 comentarios:

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