lunes, 30 de mayo de 2011

MI PRIMERA COMUNION



Y la última gracias a Dios.










Hice la comunión como todos los niños, por lo menos los de mi generación por dos razones, la primera por los regalos y la segunda porque no pude elegir. Nadie me preguntó y en el colegio de los Hermanos Maristas te llevaban preparando desde Primero para ese momento. Una semana antes tuvimos que confesarnos para recibir limpios de pecados el cuerpo de Cristo.




Yo por aquel entonces ya me pajeaba pensando en el delegado de mi clase, y por supuesto no pensaba decírselo al Hermano Anastasio ni bajo secreto de confesión. Así que ya sabía de antemano que recibiría el cuerpo en pecado y por lo tanto, como decían los hermanos Maristas arderíamos en el Infierno. Cuando me hice mayor comprendí que aquel infierno era el plan mas sugestivo que me podía ofrecer la iglesia, es más, en algunos cuartos oscuros de Chueca creo que habité en el infierno. Al Hermano Anastasio le confesé que había jurado en vano, que me peleaba con mi hermano y que hacíamos carreras de padrenuestros a ver quien rezaba mas rápido, cosa que le escandalizó tanto que me alegré de no confesarle lo del delegado y mis pajas que acabarían volviéndome ciego. Me recetó una decena de Aves Marías y me despidió con un cachete cariñoso en el culete, costumbre que tenía con todos los niños y que cuando crecí empecé a ver cierta perversión en ese ritual.




Durante la catequesis me enamoré para variar del más macarra de la clase. Andrés. Me gustaba muchisimo, era el niño mas guapo que yo había visto en mi vida. Me pase todo el curso precomunión admirándole en silencio.




El día de la comunión, un trece de mayo que no dejó de llover, allí estaba yo en mi casa con mi traje de marinero (otro icono gay) y mi corte de pelo a lo cazuela y una cruz de madera que me colgaba del cuello como una penitencia. Mi madre mas arreglada que nunca nerviosa por que todo saliera bien, la comida, los invitados, la misa....posaba ante la multitud de flases que mi familia muy a pesar mio trataba de inmortalizarme vestido de esa guisa para recibir a Dios,




Salimos hacia la iglesia, me senté con el resto de niños de mi generación y la suerte quiso que Andres se sentara al lado mio, estaba guapisimo vestido también de marinero y alimentando mis fantasías eróticas mas oscuras. Siempre he sido muy precoz con mi imaginación en temas eróticos. Durante la aburrida ceremonia entre bostezo y bostezo Andrés sin querer deslizó su mano a mi pierna, no se dio cuenta y durante mas de tres segundos estuvo apoyado en mi pierna temblorosa. En ese instante una erección improvisada me visitó, justo en el momento mas inoportuno porque en ese instante el cura nos mandó poner de pie e ir uno a uno en fila a comulgar. No se si alguien se ha puesto un traje de marinero pero el efecto erección es tan evidente como en un chandal de seda. Así que muerto de la verguenza mientras caminaba hacia el altar me trataba de tapar con una mano mientras pensaba en cosas horrorosas para bajar aquel bulto traicionero. Veía a mi madre sonreirme desde el banco de las madres y muchos flases inmortalizando mi erección.





Así que recibí a Cristo en erección.




No me libra del infierno ni Dios.






En la foto de grupo me tocó a Andrés delante mio, yo seguía con mi erección así que creo que le punteé sin querer, en la foto que me encontré años después le noto una cara como de "Que esta pasando ahí atrás" y mi cara de "a mi no me miren"






Mi madre decora su salón con mi foto vestido de primera comunión. Cada vez que voy a casa la giro para no verme, pero ella vuelve a ponerme de frente.






Quizas ese es el niño que quiso tener.



El marinero con cara de ángel que besa la cruz de madera.



Años luz de lo que me convertí.



Ya no giro la foto



No queda nada de aquel niño en mi.




Quizás la mirada perdida.



Y el morbo por los trajes de marinero.









viernes, 13 de mayo de 2011

LA PUERTA DE HIERRO




Ayer por la noche estuve bebiendo con un amigo y arreglando el mundo entre los dos. Cuando uno bebe parece que las verdades afloran con mas facilidad y a mi que soy un mentiroso patológico el alcohol me actúa como el suero de la verdad.





Siempre que bebo acabamos hablando sobre mi infancia, ese sitio de mi recreo que tengo estacionado en mi memoria y cada vez que se activa sale como un toro bravo al exterior, corneando a diestro y siniestro. Pero nadie me ha hecho nunca la pregunta que me hizo mi amigo. ¿Les has perdonado? ¿Has perdonado a tus compañeros del colegio?. Me quedé callado. Me dijo -contesta. Pero mi silencio ya había hablado. El suero de la verdad actuaba sin piedad.





El otro día buscando en Facebook descubrí un grupo sobre el Colegio donde yo deambulé siete años. Con miedo me metí. Con el mismo miedo que tenía unos metros antes de la enorme puerta de hierro que abría ese otro mundo al que ninguna mañana quería ir. Allí estaba yo, el Bruno de doce años otra vez ante la puerta. Cerrando los ojos fuertemente y pensando "si cayera un diluvio universal se suspenderían las clases" Había visto en una película que si pedías las cosas muchas veces y muy concentrado se cumplían. Otra mentira del cine que me ayudó a sobrevivir. Una vez, con los ojos cerrados fuertemente sentí unas gotas de lluvia sobre mi cara. Donde yo vivía la lluvia era algo común durante todo el año, pero en mi oscuridad pensé que lo había conseguido, luego una torta en mi nuca y un grito "!Despierta atontado!" me devolvió a la realidad. A la puerta de hierro.


Y allí estaba yo en mi puerta virtual del facebook. La primera foto que vi eran unas vistas del colegio. Allí estaba igualito que cuando lo dejé. Me dio la sensación de estar otra vez dentro. Todos mis recuerdos se agolparon en mi mente. Comencé a escuchar las voces de aquella etapa, incluso sonó el timbre que anunciaba el final del recreo y mi alivio. En clase me sentía protegido por la mirada del Hermano de turno que no permitía que nadie me hiciera nada, pero en el recreo todo podía pasar, el patio era muy grande y al Hermano Marista mas mayor lo tenían de vigilante del patio. Lo cual significaba que aquello era una ciudad sin ley. 30 minutos para buscar un sitio donde pasar desapercibido.

Una esquina en un patio abierto, un campo de batalla sin trincheras y yo cerrando los ojos y pensando fuertemente "que suene el timbre ya". Y a veces tardaba una eternidad en sonar.




No, no les he perdonado. Quizás porque tampoco yo me he perdonado.


En aquel Facebook me encontré con una foto tipo orla de todos los compañeros de mi clase.


Solo con verles la cara sabía su nombre y apellidos.


Estoy seguro que ninguno de ellos recuerda mi nombre.


Pensé en poner esa foto de mi clase ilustrando mi entrada.


Pero si yo he cambiado tanto, seguro que ellos también. No sería justo.


Por eso he puesto una foto de mi colegio. Ya no existe.


Lo tiraron e hicieron apartamentos.


Solo queda en las memorias de los que lo habitamos.


No me atrevería a volver, aunque me jurasen que tiraron aquella puerta de hierro.


Solo por facebook.


La memoria de los cobardes.









Para Pano, por buscarme.














lunes, 2 de mayo de 2011

MENTIRAS PIADOSAS




Llevo tiempo sin escribir. Me he puesto muchas veces delante de este ordenador con la pantalla en blanco y no he sido capaz de escribir nada. Ni una miserable linea. Cuando uno no tiene nada que decir es mejor que se calle.



He ido cambiándome de ciudad hasta encontrar mi sitio. Dejando amigos, lugares y recuerdos colgados. Dejando cadáveres allí por donde pasé. Dejando mentiras sueltas, verdades a medias. Tanto es así que hoy en día ya no sé quien sabe que soy gay y quien no. Así que cuando veo a algún amigo después de mucho tiempo no recuerdo la información que tiene, entonces cuando inicio la conversación me pongo mi escudo y esquivo todo lo que puedo las preguntas sobre mi vida sentimental ¿ya tienes novia? --bueno, tengo pareja. Y en función de la cara que ponga sigo por la verdad o vuelvo a la mentira. Y cuando vuelvo a la mentira vuelvo a sentirme un niño perdido otra vez. Y me siento mal. Me hago pequeño. Y vuelven mis miedos. Y me da angustia. Y todo lo que creía superado se me derrumba otra vez. Y tiemblo.


A fuerza de mentir toda mi vida me hice un experto. Está mal que yo lo diga, pero soy muy bueno mintiendo. Puedo contarte la mentira mas grande del mundo sin pestañear. Llevo haciéndolo desde que era un niño. Mentí a mis padres, a mis amigos, a una novia que tuve, me mentí a mi mismo, mentí en la escuela, mentí a los curas, mentí a mi mejor amigo y al peor también le mentí, mentí a mis hermanos. Mentía tan bien que yo mismo me lo creí todo.


La mentira es un arma peligrosa. Cuando lo haces una vez ya no te importa repetirlo mas veces. Es una solución barata a corto plazo. Te soluciona el conflicto. No cuesta nada decir "me gustan las chicas" y que siga el mundo su rumbo. Pero a largo plazo te pasan factura. Cuando vuelves la vista atrás te sientes un cobarde.


Pero es que si hubiera dicho a mis compañeros de clase que era marica me hubieran tratado peor todavía. Y a mis amigos me daba pánico, me hacían mucha falta y tenía miedo de perderlos.Me costaba mucho hacerlos para luego dejarlos escapar. Con mis padres no pude. No quería arruinarles la vida. Tenían planes mejores para mi y no quería defraudarles. Todo eso me creó una inseguridad tan grande que me tuvo escondido muchos años viendo la vida desde fuera, sin mojarme, sin participar convirtiéndome sin darme cuenta en un gilipollas. Por suerte un dia decidí poner un pie en la realidad y metrallear mi verdad a quien quisiera escucharme. Y tuve que pagar la penitencia de todas las mentiras que sembré en mi pubertad.



Todavía lo sigo haciendo.


Sigo pagando peaje.


Pero ya no miento.

Alguna mentira piadosa.

Pero solo por vicio.


Nadie es perfecto.



Para el Fletxa, por su llamada del otro dia